Todo comenzó…

En un comienzo, los humanos eran cazadores y recolectores, es decir, se movían de un lado a otro en búsqueda de alimento sin establecerse mucho tiempo en el mismo lugar. Esto cambió con la aparición de la agricultura: poco a poco, los humanos aprendieron a cultivar alimentos y a criar animales, por lo que ya no era necesario migrar. Este nuevo estilo de vida atrajo a un animal que aprendió que en los asentamientos era fácil conseguir alimento y refugio: el lobo gris (Canis lupus).

Una relación hostil 

En un inicio la relación entre humanos y lobos (que comenzó hace unos 15.000 años) no fue precisamente amistosa. Los lobos se acercaron a las aldeas en búsqueda de alimento y refugio y gradualmente se volvieron más tolerantes a los humanos, perdiendo el miedo y siendo agresivos en algunas ocasiones. Cazaban a los animales de corral y a veces atacaban a los adultos y niños. Por esto, los lobos más agresivos fueron gradualmente eliminados por los humanos, quedando los más dóciles viviendo entre nuestros antepasados.

Domesticación

Así, los lobos más dóciles protegían los asentamientos sin atacar a humanos y animales, ayudaban a cazar y hacían compañía, por lo que su presencia empezó a percibirse como algo beneficioso. Con el tiempo, los humanos comenzaron a seleccionar a los ejemplares más mansos y amistosos para la reproducción, lo que dio lugar a una nueva raza de lobo actualmente reconocida como una subespecie de este animal: el Canis lupus familiaris o perro doméstico. 

¿Cómo un Lobo Gris pasó a ser un Chihuahua?

Los perros domésticos han sido criados selectivamente durante miles de años para producir una gran variedad de razas con características específicas. Por ejemplo, asentamientos ubicados en lugares fríos fueron reproduciendo animales con pelajes más abundantes y más resistentes a este tipo de clima. Grupos de humanos que necesitaban cazar animales pequeños escondidos en cuevas fueron seleccionando ejemplares más pequeños para cruzarlos. Y así durante miles de años, aunque de las más de 400 razas existentes, se estima que más de la mitad aparecieron en los últimos 200 años. 

Y sí… TODOS los perros pertenecen a la misma especie

A pesar de que el tamaño, la forma del cuerpo, la longitud del pelaje, el temperamento y la habilidad para realizar tareas específicas (como la caza o el pastoreo) varía muchísimo entre razas, todos los perros siguen siendo de la misma especie. Esto quiere decir que fisiológicamente (“por dentro”) todos los perros son iguales, aunque anatómicamente y fenotípicamente (“por fuera”) puedan ser muy diferentes. 

Por: Dra. Natalia Stephens
Médico Veterinario
Especialista en Dieta Natural para Caninos, DNM University
Fundadora Huargos Chile